20/04/2019
Cómo explicarte que tu nombre contiene todos los nombres. Partiré de una idea sencilla: la mujer que es todas las mujeres. Me explico. Mucho de mi tiempo transcurre entre palabras y los libros que las contienen. Ese conjunto de palabras que da forma a diferentes e interminables historias y cuentos, donde siempre sobresale un personaje femenino. Cuando la acogedora llama del deseo y del amor invade mi subconsciente, personifico -unas veces consciente y otras inconscientemente- a toda entrañable mujer con tu imagen. Es así como independientemente de la descripción física dada por el autor, yo me revelo contra éste y doy vida a la mujer que me inspira. En este caso tú eres la Maga, de Rayuela, y andamos sin buscarnos pero sabiendo que andamos para encontrarnos entre el correr del Sena y las calles del barrio latino en la ciudad de la luz; también eres Teresa, de Últimas tardes con Teresa, donde un verano por Barcelona nos basta para enamorarnos para la eternidad; o te conviertes en Lily y yo por casualidad yo me llamo Ricardo Somocursio, de Travesuras de una niña mala, e intento enamorarte pese a tus disimulado desinterés y ante promesas que no se cumplen. Pese a todo te veo en todas partes, incluso cuando cierro los ojos.
La respuesta ante ambas cartas ha sido mutua, pese a esto una disculpa es necesaria por haber dejado pasar el tiempo de esta forma. Me respondiste un día posterior a mi cumpleaños y yo lo he hecho más de veinte días después. Espero perdones a este cazador de nostalgia, que vive mucho de los recuerdos sin dejarse llevar por el presente. Hablando de exploraciones -esa espacial que suena de fondo en la televisión- cómo quisiera poder aventurarme y explorar tu mente. Recorrer tus pensamientos, tus ideas, tus recuerdos. Para pasar a recorrer tu cuerpo, isla tropical donde el naufragio es una cálida promesa a la pasión. ¿Y si nos perdemos para encontrarnos? ¿A dónde te ha llevado esa nueva vida?
Esta carta es el deseo que por ti no se termina.
Con un amor menos lejano